Por David Enriquez.
A juzgar por los hechos recientes queda en evidencia que a nadie le importó el alto acervo y valor histórico que representa la casa donde nació un 22 de enero del año1887 la soprano duranguense de talla internacional Fanny Anitúa, pues está siendo derribada para convertirla en locales comerciales, aunque ya anteriormente habían intentado, sin éxito, construir ahí un estacionamiento público.
El más reciente escándalo mediático que envuelve gran parte de las notas y comentarios periodísticos en redes sociales y medios convencionales, es en torno al derribo del inmueble donde nació ésta ilustre artista que brillara con luz propia en los principales escenarios operísticos del mundo; precisamente vio la luz en una modesta casa de la ciudad ubicada sobre lo que hoy de conoce como calle Carlos León de la Peña antes de llegar a 20 de Noviembre.
Más allá de ser una casona vieja y abandonada, su único lustre o vestigio histórico es la placa que por años lucía en su fachada haciendo alusión a que ahí nació una de las cantantes de contralto más destacadas a nivel mundial durante 1915 y que muriera en ciudad de México el año 1968.
Voces autorizadas como el cronista de la ciudad, Javier Guerrero Romero y un grupo de historiadores no solamente han lamentado este terrible atentado a la cultura e historia de dicho inmueble; incluso llegaron a calificarlo como un acto de barbarie contra el acervo cultural duranguense.
Es innegable que por su ubicación llegó a convertirse en una propiedad de muy alta plusvalía, pero debido al estado de abandono en que se encontraba no representaba ya ningún interés más alla de lo comercial y por ello se obtuvieron los permisos para modificar la construcción.
Sin embargo, como lo sostuvo en una declaración el propio Guerrero Romero, su más grande valor radica en el hecho histórico que ahí se registró. Lo cual parece que pasó desapercibido para quien autorizó las obras de remodelación, mismas que representan prácticamente el derribo de paredes y techos al interior.
Incluso el propio historiador reconoce que se hicieron las cosas bien, es decir que los propietarios tramitaron permisos para construir ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), así como en la Dirección de Desarrollo Urbano del Municipio; ambas dependencias autorizaron la obra que esta en marcha, bueno al menos así se constató al momento de redactar este artículo.
Tal vez ya a nadie le importa o no se acuerden de quién fue y lo que hizo tan relevante artista duranguense cuyo nombre quedó plasmado en una calle de la ciudad capital, pero a golpe de marro y cincel no se podrá borrar jamás el hecho histórico ahí registrado.
Incluso las autoridades aludidas ya salieron a dar declaraciones al respecto, limitándose a asegurar que deben respetarse los lineamientos legales por tratarse de un inmueble con alto valor histórico; sin embargo en los hechos eso no sucedió.

