A punto estuvo de perder su tradición religiosa centenaria de Semana Santa la ciudad de Chalchihuites, en el vecino estado de Zacatecas, que forma parte de la Arquidiócesis de Durango, y aunque parezca increíble, todo a raíz del empecinamiento del nuevo titular de la parroquia, quien a pesar de la posición de la feligresía, pretendió modificar radicalmente la manera de celebrar en esta región las fechas más importantes del calendario litúrgico, como lo es la Semana Mayor; fue necesaria la intervención del arzobispo Faustino Armendáriz ya comenzada la conmemoración, para que todo aquello volviera a la normalidad y se respetara la decisión del pueblo.
Hace tres años llegó a conducir la parroquia de Chalchihuites el clérigo Daniel Herrera Torres y pudiera decirse que todo transcurrió con cierta normalidad en términos de las conmemoraciones religiosas. Sin embargo, en el trayecto el representante de la arquidiócesis de Durango en esta comunidad zacatecana, comenzó a ganarse aversiones de parroquianos, a partir de acciones catalogadas como arbitrarias, como suspender el ceremonial de misa porque sonó un celular, o hasta negar la concesión de los Santos Oleos, entre otros detalles que se fueron sumando, para desembocar en el inicio de 2024, cuando Herrera Torres informó que llevaría a cabo cambios definitivos en la manera de celebrar en esa tierra la Semana Santa, es decir, terminar una tradición de más de 350 años.
La reacción fue instantánea y cuadros católicos conocidos en la ciudad, en persona y en grupo, establecieron diálogo con el sacerdote, a fin de establecer acuerdos para que se respetar la historia añeja de varias centurias. Empero, la postura del párroco fue inamovible. Ante la insistencia de feligreses, la semana previa a la Santa, en palabra, el párroco cedió a las peticiones, no obstante, incumplió y el Domingo de Ramos comenzó a aplicar los proyectados cambios, que a su vez orillaron a la comunidad religiosa organizada a procurar la atención de monseñor Armendáriz Jiménez.
Y es que, Daniel Herrera buscó terminar de un manotazo con la costumbre centenaria de llevar a cabo los actos religiosos de Semana Mayor con una serie de figuras, como la del conocido Señor del Santo Entierro, una estatua labrada en madera, que sigue impresionando a propios y extraños, luego de haber llegado a la región proveniente desde España, hace más de 460 años. Programó también excluir de la tradición del Judas, con el argumento de evitar idolatrar un espantajo.
La historia indica que desde hacer más de 350 años, en su labor de evangelización, los frailes franciscanos, en un pacto de paz, incluyeron a los naturales de la zona en sus actos religiosos católicos, incluyendo desde luego la Semana Santa. Entonces, comenzó el hábito de más de tres centurias. Al paso del tiempo, la tradición de conmemorar Semana Santa, se convirtió en única, destacando precisamente estas figuras de tamaño natural que, fueron reprobadas por el párroco y que pretendían borrarse de la memoria.
Como ya se indica, ya entrada la presente semana, de hecho, el Lunes Santo, luego de que el clérigo Herrera Torres incumplió su palabra, se hizo necesaria la intervención directa del dirigente de esta arquidiócesis, monseñor Faustino Armendáriz, quien desde luego tras amplio diálogo con los inconformes, de manera personal llamó al párroco de Chalchihuites y lo conminó a atender el llamado de la comunidad católica y respetar sus tradiciones, de tal manera que la conmemoración del Viernes Santo y el resto de las fechas, se habrán de llegar a cabo tal y como lo marca la tradición desde hace siglos.